
Esto me recuerda a la prohibición impresa en una madera, a la entrada de la iglesia del pueblo de mi padre hace muchos años. "Se prohíbe la entrada a la casa del Señor a las mujeres con falda corta o vestimenta pecaminosa".
Soy un firme defensor de que en la educación pública, no hay lugar para la religión (sea esta la que sea), ya que la religión es de ámbito estrictamente privado y por lo tanto no tiene cabida en las aulas a nivel institucional. Esta creencia no es en absoluto incompatible con pensar que cada uno tiene derecho a pensar y vestir cómo le venga en gana y que las relaciones interpersonales deben basarse en el respeto mutuo.
Puedo entender que haya colegios, que eduquen a su alumnado en los preceptos de una determinada religión, dediquen horas lectivas a ello, y orienten sus normas de convivencia a su credo específico. Lo que no me parece de recibo, es que se sirvan de las subvenciones públicas para ese fin.