He dejado pasar unos días, a la espera de que las pequeñas rutinas fueran tapando, el hueco abierto por la tristeza y así huir del panegírico fácil y consabido.
Hace ya 10 días, que mi amigo me dejó huérfano de su compañía. Ha sido un proceso dolorosamente largo. En los últimos meses, se fue consumiendo despacio, con la lentitud de las velas antiguas. Se marchó dejándome un puñado de conversaciones inconclusas, muchas de ellas no nacidas.
Echaré de menos aquellas charlas que manteníamos por teléfono (bendita tarifa plana), con las que arreglábamos el mundo o disfrutábamos de la poesía, de Machado, de Kavafis, de Neruda, de Benedetti, de la generación del 27… Es curioso, pero nuestra pasión por la fotografía, que a la postre fue la que nos unió, casi nunca fue el epicentro de nuestros diálogos.
Tampoco se repetirán esos desayunos junto a mi trabajo, cuando estaba en plena lucha contra el maldito cáncer que se lo ha llevado. Mientras escribo, escucho la voz de Mercedes Sosa, uno de nuestros puntos de encuentro con la nostalgia (el disco fue un regalo suyo) y pienso que la muerte, es una mierda, una mierda que juega al ajedrez y hace trampas. Esta vez se ha llevado a Miguel Ángel, pero no ha ganado la partida, porque mi amigo sigue vivo, en cada una de sus fotos, en cada recuerdo, de todos y cada uno, de los que tuvimos el privilegio de conocerle y cada vez que pensemos en él, regresará de la mansión de Hades y nos dedicará una de sus sonrisas.
Miguel Ángel, me viene a la memoria el día en que nos pusimos trascendentes y desde nuestra atea posición recordamos las palabras del epitafio de Unamuno “Sólo le pido a Dios que tenga piedad con el alma de este ateo” No le voy a pedir nada, porque si existe, sabrá que un ser humano tan excelente como tú se merece lo mejor y sería contraproducente que llevaras referencias del descreído que escribe estas líneas. Tu lento caminar, ha sido demasiado rápido para los que anduvimos contigo, pero tal como hablamos tantas veces, queramos o no, todos seguiremos el mismo camino y espero ser capaz de transitarlo con parecida dignidad y entereza llegado el momento.
Hasta siempre compañero.
In memoriam de Miguel Ángel Rodríguez (ROJOROTO)
Echaré de menos aquellas charlas que manteníamos por teléfono (bendita tarifa plana), con las que arreglábamos el mundo o disfrutábamos de la poesía, de Machado, de Kavafis, de Neruda, de Benedetti, de la generación del 27… Es curioso, pero nuestra pasión por la fotografía, que a la postre fue la que nos unió, casi nunca fue el epicentro de nuestros diálogos.
Tampoco se repetirán esos desayunos junto a mi trabajo, cuando estaba en plena lucha contra el maldito cáncer que se lo ha llevado. Mientras escribo, escucho la voz de Mercedes Sosa, uno de nuestros puntos de encuentro con la nostalgia (el disco fue un regalo suyo) y pienso que la muerte, es una mierda, una mierda que juega al ajedrez y hace trampas. Esta vez se ha llevado a Miguel Ángel, pero no ha ganado la partida, porque mi amigo sigue vivo, en cada una de sus fotos, en cada recuerdo, de todos y cada uno, de los que tuvimos el privilegio de conocerle y cada vez que pensemos en él, regresará de la mansión de Hades y nos dedicará una de sus sonrisas.
Miguel Ángel, me viene a la memoria el día en que nos pusimos trascendentes y desde nuestra atea posición recordamos las palabras del epitafio de Unamuno “Sólo le pido a Dios que tenga piedad con el alma de este ateo” No le voy a pedir nada, porque si existe, sabrá que un ser humano tan excelente como tú se merece lo mejor y sería contraproducente que llevaras referencias del descreído que escribe estas líneas. Tu lento caminar, ha sido demasiado rápido para los que anduvimos contigo, pero tal como hablamos tantas veces, queramos o no, todos seguiremos el mismo camino y espero ser capaz de transitarlo con parecida dignidad y entereza llegado el momento.
Hasta siempre compañero.
In memoriam de Miguel Ángel Rodríguez (ROJOROTO)
1 comentario:
Preciosas tus palabras, Arturo.
Estoy viendo su sonrisa a través de mis lágrimas y solo puedo añadir un "amén".
Un fuerte abrazo.
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