Siempre me gustó la simbología de Cyrano de Bergerac. Ahora que se banaliza el pensamiento y que lo único que se valora es el aspecto externo, al ver este hermoso tucán, orgulloso de su colorido pico, pienso en lo relativos y efímeros que son los cánones de la estética y la esclavitud que conlleva el sometimiento incondicional a ellos.
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