
Ellos reposan pacientes en cualquier lugar, esperando que unas manos amigas los tomen. Al abrirlos en unas ocasiones iluminan cómo antorchas las cuevas de nuestra memoria, en otras abren puertas y ventanas a nuevas vidas, lugares o conocimientos.
Ellos son los únicos inmortales, pues no existe ninguna hoguera capaz de quemarlos todos y nunca decepcionan, siempre están dispuestos a ser leídos, jamás están ocupados. En definitiva son los mejores amigos.
Por eso una vez más mi rechazo a esos politiquillos, que decidieron cobrar un canon por préstamo en la bibliotecas, los santuarios donde esperan los libros.
1 comentario:
Es esta una de esas fotos que me hacen lamentar no dedicarme a la fotografía. Increíble la luz, espectacular el reflejo. Me gusta la composición y el detalle del paquete de cigarrillos que me encienden la memoria (¡aquellos tiempos en que leía como una posesa con un cigarro entre los dedos!)
Ahora ni fumo ni leo - o, al menos, no tanto como me gustaría.
Ahora tengo ADSL y podríamos decir que todo está en la red. Pero, para nosotros, los empedernidos, el libro es insustituible, como los amigos.
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