Es uno de esos días, en que la vida te da la espalda y no tienes fuerzas ni para tocarle el culo.
Vuelvo a sentarme en la duna para ordenar mis pensamientos y sujetar con fuerza las bridas de las palabras que escribo. Si pintara con el palo las que llegan a mi boca, seguro que acabaría en la cárcel, antes de que el viento pudiera borrarlas.
Maldigo el día en que me enseñaron a sacar el factor común, porque pensar que ese factor soy yo, me obliga a una introspección en busca del "porqué" y no encontrar la razón, incrementa mi rabia.
La furia contenida me bloquea. Si intento leer para evadirme...la falta de concentración me impide retener, imaginar y disfrutar, de lo que leo. Si pretendo usar la música cómo válvula de escape, las notas suenan tristes , manchadas...y abren el pozo de las autocompasiones al que no conviene asomarse.
En este punto quedan dos soluciones: la fuerza violenta de la venganza, (que es un camino que me niego a recorrer) o mandar a la mierda a los que me convierten el máximo común múltiplo.
Cuando despierte mi hija, después de ducharse, y vestirse de domingo aunque sea sábado, nos iremos de la mano a tomar un chocolatito con churros a La Antigua. Me refugiaré en el brillo de sus ojos y contemplaré sus morritos de chocolate. Esa imagen hará trivial todo lo demás.
4 comentarios:
Seguro que si Arturo. Disfruta y vive con intensidad ese momento que anuncias. Los niños tienen su cabecita loca llena de ilusión, sólo es dejarse llevar y aprender de ellos. Un fuerte abrazo. Ánimo amigo!
Y un escalofrío ha recorrido mi espalda en este San Juan Bosco. Los planes nunca salen cómo pretendes pero quedan alejados y empequeñecidos antes las sensaciones que tan bien describes. Te entiendo, me duele tu dolor, comparto tu rabia y me irrita la ímprescindible contención. Me sumo a tu factor y desde aquí yo, que no tengo que temer represalias, mando a la mierda a esa basura con patas.
Feliz chocolate.
Se os quiere.
La foto de tu botella azul está sonriente, pero... tus palabras... Sólo quiero expresarte mi simpatía, mi solidaridad. Espero que hayas disfrutado de ese chocolate con tu hija. Y luego, por favor, cuéntame si aprendiste algo y, si observaste tu ira, cuándo y cómo se desvaneció. O, si por el contrario sigue ahí, quebrándote los días, cómo harás para darle la vuelta a la vida, cómo descorcharás esa botella y darás rienda suelta a esa furia contenida.
Un abrazo muy fuerte.
Agradezco de corazón vuestro apoyo. Os diré que si bien no hubo churros, si hubo tortitas y su efecto balsámico, unido a vuestras palabras surtió efecto. He llegado a la conclusión que si soy el factor común, con toda seguridad seré el máximo común divisor y eso suena mejor.
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