Esta lámpara vigila mis ratos de lectura, siempre que mis obligaciones paternofiliales me lo permiten y mi insomnio me acompaña.
Un día descubrí el secreto del equilibrista infatigable que me regala su luz.
Me apiadé de su destino de Sísifo incandescente y me fui a dormir. Ahora cada vez que nos reunimos, le saludo con los ojos y sé que leemos juntos.
Un día descubrí el secreto del equilibrista infatigable que me regala su luz.
Me apiadé de su destino de Sísifo incandescente y me fui a dormir. Ahora cada vez que nos reunimos, le saludo con los ojos y sé que leemos juntos.
La sonrisa etrusca le encantó. El de Eragón por el contrario, le aburrió tanto que estuvo a punto de fundirse (creo que es el único que no hemos terminado).
1 comentario:
Me encanta la fotografía. Creo que me la quedo. Iniciaré con ella una nueva colección llamada bombillas.
A mi también me gustó La sonrisa etrusca y seguro que no me gustaría Eragón -con ese nombre... .
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