Rostros de hielo

Los primeros hielos de este otoño, endurecieron el rostro de esta hoja, en la puerta de mi casa. Pero no quiero hablar de esa hermosa y gélida dureza.

Quiero apuntar a esos otros ásperos semblantes que superan la resistencia del cemento y están dispuestos a pagar una vergonzante cantidad de dinero a un delincuente con el objetivo de alcanzar una cota de audiencia máxima.

De momento a mi entender, lo que han conseguido es llegar a la cumbre de la falta de ética más absoluta y hacer cumbre en la montaña más alta de la basura televisiva.

Desde esta humilde duna pido que nadie vea esa aberrante pantomima de nulo interés, salvo los espurios de la productora. Es posible que si el batacazo es suficientemente grande, les produzca el sonrojo suficiente, para derretir el hielo que cubre sus maquilladas mejillas y por fin dejen de emponzoñar lo que debería ser una noble profesión llamada periodismo. Resulta curioso saber que detrás de todo está aquella que pagó a un negro para que le escribiera un libro, que resultó ser un compendio de plagios, así que al fin y al cabo, entre caraduras anda el juego.