Acabo de leer una noticia en http://www.20minutos.es/ que descubre a un concejal que guarda su colección de motos antiguas en el parking del ayuntamiento. Esta confusión de lo público y lo privado, este servirse en lugar de servir, es tan tristemente habitual que nadie mueve un dedo para acabar con las corruptelas.
Es enorme el daño que hizo el Lazarillo de Tormes, creando un substrato en este país que encumbra a los "Dionis" y olvida a los "Patarroyo". Por cierto, parte de las motos están en la plaza del alcalde, Alberto Fabra.
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