Imaginad que alguien sin escrúpulo de ningún tipo, vertiera sobre vosotros la infame sospecha de que sois unos asesinos, os vierais obligados a demostrar la falsedad de esa injuria y desde su impunidad absoluta se negará a pedir perdón una vez que la justicia (por una vez) os diera la razón.
Mi solidaridad con el Dr. Montes y todos los profesionales del Severo Ochoa de Leganés, que vieron su nombre enlodado de la manera más ruin.
¿Quién resarce ahora, el dolor de los pacientes que han muerto sin el alivio necesario?
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